“La gran revolución humana de un solo individuo puede generar un cambio en el destino de un país, y más aún, propiciar un cambio en el rumbo de toda la humanidad”.

El budismo de Nichiren enseña que el cambio en la vida del ser humano produce una modificación en todo su entorno. De esta manera Josei Toda buscaba expresar, en términos contemporáneos, el principio de manifestar el estado de budeidad en la propia vida. 

El concepto de “revolución humana”, en el contexto de la Soka Gakkai, fue empleado por primera vez por su segundo presidente, Josei Toda. Él explicaba que, durante su reclusión en la cárcel por oponerse al militarismo japonés, experimentó una profunda transformación interior. A menudo expresaba que su “revolución humana” implicó pasar de una existencia centrada en el interés personal a una vida de firmes convicciones. Esa convicción fundamental de empoderar a los semejantes para que sean felices es en sí mismo el propósito de las enseñanzas del budismo.

La práctica budista posibilita el dominio de uno mismo; enseña a romper el yugo de los deseos egoístas, y a vivir en cooperación y armonía con los demás, accionando por la dicha y el bienestar de las demás personas. La cuestión primordial es transformar y cultivar el “yo” con el objetivo de ser personas así. La consumación completa de ese ideal es lo que se denomina “logro de la budeidad”, y la revolución humana es el proceso de desafiarse en la práctica budista con miras a ese propósito. 

Podría decirse que la revolución humana es el esfuerzo que emprende cada sujeto en cambiar y elevar su mundo interior. 

Daisaku Ikeda, discípulo directo de Josei Toda, escribió las novelas La revolución humana y La nueva revolución humana durante 50 años. En ambas novelas, el mensaje profundo es exaltar una filosofía de confianza y de respeto ilimitados en el ser humano., transmitir la idea de que “la gran revolución humana de un individuo” puede hacer que incontables personas tomen conciencia de su propio potencial para ser felices mientras alientan a otros en dirección a la dicha. En La nueva revolución humana, abundan las historias de personas que, en la tarea de hacer su revolución humana, transformaron su karma adverso. 

En el epílogo del volumen 30 de su novela, el maestro Ikeda expresa: “El budismo de Nichiren enseña que todas las personas poseen la naturaleza de Buda. Es una profunda enseñanza que afirma la dignidad y el valor inapreciable de la vida, así como también la igualdad fundamental de todos los seres humanos. Su espíritu de amor universal es un modelo de conducta humana. El budismo de Nichiren es una gran filosofía, que puede transformar el recelo en confianza y el odio en amistad, revertir la guerra y los conflictos y establecer una paz duradera. Asimismo, percibe en lo profundo de cada persona el potencial de la budeidad y enseña el medio para despertar y manifestar ese estado de vida. En otras palabras, pone en primer plano la creatividad, la autonomía, y el potencial supremo y positivo de todos los seres humanos. A ese proceso de transformación interior, iniciado por el propio sujeto, lo llamamos revolución humana”.

El maestro Ikeda expresó: “Cuando la revolución humana se extiende a la familia, al país y al mundo, se convierte en una noble y plácida revolución para la paz. Hay muchas clases de reformas: políticas, económicas, industriales, científicas y artísticas. Hay revoluciones que afectan la distribución de bienes y servicios, las comunicaciones y tantos otros quehaceres humanos. Cada una es significativa a su manera, e incluso necesaria. Pero ninguna de ellas cambiará el mundo si las personas que implementan los cambios son egoístas y no aman a sus semejantes. La revolución humana es el cambio más fundamental, y representa el proceso transformativo esencial para toda la humanidad”

La revolución humana es una revolución en las acciones, en la conducta. Significa adoptar voluntariamente una forma de actuar basada en el amor compasivo, y elegir acciones que trascienden las propias circunstancias y debilidades. En otras palabras, consiste en mirar más allá de las preocupaciones inmediatas, esforzarse y dedicar las propias acciones a algo más elevado, más amplio y superior, basado en el reconocimiento y valoración de la dignidad de la vida. 

El verdadero y más grande beneficio de la fe es este cambio interior denominado revolución humana. Emprender este camino de transformación del estado de vida permite cambiar el entorno, superar todos los problemas, y construir una senda hacia la paz y la transformación de la sociedad.