La palabra japonesa “Gohonzon” significa “objeto fundamental de respeto o devoción”. Dicho de otro modo, el objeto devocional que adoptamos como base de nuestra vida. Honzon se puede traducir como objeto de respeto fundamental y Go es un prefijo honorífico. El Gohonzon corporifica una verdad, la realidad invariable de los fenómenos siempre sujetos al cambio, y la existencia del estado de vida más profundo que cada uno lleva en su interior de forma latente.

Nichiren Daishonin reveló esta práctica y corporificó el grandioso estado de budeidad en el Gohonzon, para beneficio de todos los seres humanos. El Gohonzon que está entronizado en los altares de cada uno de los integrantes de la Soka Gakkai Internacional y que lleva inscripto Nam Myoho Renge Kyo verticalmente en el centro, es el objeto de devoción del budismo de Nichiren. A ambos lados de esa inscripción central, en sánscrito medieval y en chino, se encuentran representados cada uno de los diez estados, expresando el principio de que los diez estados existen en la vida eterna del Buda, y que los seres vivos de los diez estados pueden revelar y manifestar la Budeidad.  La budeidad se activa mediante la fe en el Gohonzon y la práctica para uno y para los demás. Este estado es la máxima expresión de sabiduría, amor compasivo y vitalidad. En otras palabras, implica lograr un estado de fortaleza y felicidad, y el medio para lograr este proceso es la entonación de Nam-myoho-renge-kyo.

Una enseñanza del Buda Nichiren Daishonin dice “Jamás busque este Gohonzon fuera de usted misma. El Gohonzon existe sólo en la carne mortal de nosotros, las personas que creemos en el Sutra del Loto y entonamos Nam Myoho Renge Kyo”.

Aunque al comienzo de nuestra práctica no contemos con el Gohonzon entronizado, podemos entonar daimoku eligiendo el mejor lugar de nuestro hogar y con respecto a la postura interior al momento de orar el maestro Ikeda nos alienta diciendo “Somos seres humanos, así que es natural que nuestra mente fluya y que afloren toda clase de pensamientos y recuerdos. Lo que hay que hacer es compartir todos esos pensamientos con el Gohonzon. No hay una técnica determinada o una forma establecida de orar. El budismo da importancia a la autenticidad, a la naturalidad, por lo tanto hagan daimoku tal como son, sin artificios ni imposturas. La práctica del daimoku transforma el sufrimiento en alegría y la alegría en inmenso júbilo. Por eso es importante entonar Nam Myho Renge Kyo con actitud pura y sincera, pase lo que pase, tanto en los buenos como malos momentos, ya sea que estemos tristes o satisfechos. Este es el camino directo hacia la felicidad”.

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