Patricio Rodríguez, vive en Mar del Plata y trabaja como técnico en computación en una empresa. Este año, se propuso romper todos sus límites sin importar las circunstancias.

A principio de 2020 me propuse muchas metas. En primer lugar, quería remodelar mi casa para que fuera un espacio donde todas las personas se sientan cómodas y pudieran realizarse las actividades de la Soka. Otro de los aspectos que más deseaba transformar era mejorar mi salud, ya que, por malos hábitos en los últimos años, sufrí un gran aumento de peso.
Dispuesto a concretar un gran triunfo decidí que ante todo me iba a desafiar en alentar a mis amigos, familiares y compañeros. Comenzó la pandemia y con mi grupo Serranía tuvimos muchas dificultades para llevar adelante las actividades en forma virtual, debido a la falta de experiencia en el uso de la tecnología. Decidimos entonces, unirnos en la oración con la firme determinación de asegurar las reuniones de diálogo y que cada persona pueda salir realmente alentada de ellas. Al hacerlo, logramos traspasar nuestros límites. Actualmente, el grupo lleva adelante sus reuniones semanales, fortaleciendo la unión entre todos y generando un oasis de felicidad.
Con profundo agradecimiento, me desafié aún más en el daimoku con la convicción de concretar la reforma de mi casa sin falta. No contaba con el dinero, pero fijé un objetivo mensual para ahorrar. Y así, seguí orando y esforzándome en las actividades. Esto me llevó a ordenar mi economía y recortar varios gastos. Finalmente, en el mes de octubre surgió la posibilidad de sacar un crédito por el dinero que me faltaba y concreté los materiales necesarios para la reforma. En el mes de noviembre finalizó la obra en un tiempo récord.
Por otra parte, en otro grupo que participo, Olavarría Soka, nos desafiamos a encontrarnos con cada persona virtualmente. Generamos cálidos diálogos, profundizamos nuestros sueños y la importancia de fortalecer la fe. Gracias a estos sinceros esfuerzos concretamos la participación de 24 personas de los cuales, 14 fueron invitados y 6 decidieron ser parte de la familia Soka.

En ese desafío, tomé coraje para hablarle a mi tía y a un amigo sobre la práctica como gran causa para felicidad de todo mi entorno. Sin dudarlo, mi tía decidió participar de los encuentros que estaba llevando adelante el Departamento Femenino y desde ese momento comenzó a participar en el han.
Con respecto a la salud, por momentos sentía que era imposible avanzar en ese objetivo. Dado que al no salir de mi casa, a causa de la pandemia, mi actividad física y mi alimentación empeoraron. Entendiendo que el triunfo se define en el propio corazón, decidí que la circunstancia no me iba a ganar. Cambié mis hábitos alimenticios, y comencé a realizar actividad física diariamente dentro de mi hogar. Y en seis meses concreté bajar diez kilos. Gracias a este triunfo, hace dos semanas consulté a un especialista, determinado a transformar este aspecto de raíz.
Por otro lado, gracias al aliento de un compañero, tomé la decisión de perfeccionarme en mi ámbito laboral. Me inscribí en la carrera de Técnico en Telecomunicaciones, afín a la actividad de la empresa donde trabajo, y a pesar de las múltiples ocupaciones, logré aprobar las doce materias del año.
Fue un gran desafío ya que hace tiempo que no profundizaba en la rama técnica. Además, fue la primera vez que cursaba una carrera a distancia. Fue un verdadero reto porque en esta modalidad los tiempos de estudio y de cursada los tenía que fijar yo. Puedo decir que gracias al aprendizaje dentro de la Soka y el aliento de mi maestro, Daisaku Ikeda, empecé por pequeños objetivos semanales o diarios con respecto a la carrera ya sea en tiempo de estudio o en la concreción de los desempeños que tenía que entregar, sin dejar de esforzarme en la lucha por el kosen-rufu y mi trabajo.
Mis objetivos para este año son seguir avanzando en el estudio, desarrollarme aún más en la empresa donde trabajo y alentar a más y más personas para que decidan ser felices.