Nadia González es integrante del Departamento Juvenil Femenino, y vive en la localdidad de Pilar, Provincia de Buenos Aires. Actualmente, integra el grupo Byakuren Argentina y el Equipo de Fútbol Soka femenino de la SGIAR.

En el año 2010, me encontraba terminando mis estudios en la escuela secundaria, no tenía objetivos claros y me sentía bastante confundida con respecto a mi futuro. Constantemente me sentía juzgada por el entorno, debido a que no me consideraba aceptada por mi orientación sexual, y eso me generaba un profundo sufrimiento. Todo esto me generaba mucha tristeza, enojo y desesperanza. A su vez, se manifestaba la desarmonía con mi familia y no podía comprender por qué debía pasar por todo eso.

En ese momento, quien era mi pareja, había perdido recientemente a su abuela, quien practicaba el budismo de Nichiren y era miembro de la Soka Gakkai en la localidad de Pilar. Al poco tiempo, junto con ella comencé a participar esporádicamente de algunas actividades del han, donde me explicaron cómo realizar mi práctica diaria y  ponerme objetivos. Recuerdo que hubo una frase donde el maestro Ikeda nos alentaba que uno puede ser feliz, tal cual uno es. Ese aliento fue clave, me brindó esperanza y lo llevo en mi corazón hasta el día de hoy. Si bien nos invitaron a varios festivales artísticos, y quería participar, siempre pasaba algo que no me permitía llegar. Luego de un tiempo, decidimos no continuar con la relación y perdí todo contacto con las actividades de la Soka.

Sin embargo, comenzó a suceder que, en varias oportunidades me crucé con la responsable del han en el barrio, y siempre dialogábamos. Fue así que a principios del 2012, me contactó vía Facebook para invitarme a un festival que iba a realizarse en la localidad. Cuando llegué, me recibió muy feliz, con los brazos abiertos y una gran sonrisa. Allí pude experimentar el corazón y la calidez de la familia Soka, y ese día decidí comenzar a entonar Nam-myoho-renge-kyo.

Alentada por sus compañeras, se desafiaba en el daimoku y en sus objetivos. Por ejemplo, qué trabajo soñaba, qué carrera estudiar, entre otras cosas. Todo eso empezó a generar una gran revolución en su vida cotidiana.


 Uno de mis mayores desafíos fue el vínculo con mi mamá. Discutíamos constantemente y había mucha distancia entre nosotras. A partir de mi práctica diaria del budismo, comencé a sentir un profundo agradecimiento, atesorarla y abrirme al diálogo con ella sin juzgarla. Al poco tiempo, en 2012 decidí recibir el Gohonzon y mi madre, quien practicaba otra religión, me apoyó en mi decisión diciéndome que veía cambios en mí y que eso la hacía feliz.

En el año 2013 mi papá, fue internado por un cáncer terminal. Durante nuestra infancia junto a mis hermanos habíamos vivido mucha violencia tanto física como verbal y no teníamos relación con él. Con todo lo que había podido transformar positivamente el vínculo con mi mamá sentí que también tenía que acercarme a mi papá en ese momento tan importante. Constantemente, mis compañeras del han me brindaron su apoyo y me acompañaron en la entonación del daimoku. Durante ese tiempo, pude acercarme y profundizar mucho la confianza con él y con mis hermanos. En noviembre de ese mismo año, mi papá dejó esta existencia. Si bien fue un momento muy triste, transformé la angustia en esperanza. Pude decidir que si bien el vínculo entre nosotros no había sido el mejor, partiendo de un profundo agradecimiento, iba a construir vínculos más profundos por la felicidad de cada integrante de mi familia.

En ese momento, decidí ingresar a los grupos del Departamento Juvenil, donde pude afianzar mi fe, mi práctica budista, conocer y construir maravillosas amistades.

Ese mismo año, Nadia comenzó el Profesorado de Educación Física en una universidad pública, cerca de su casa. Empezó muy entusiasmada, pero con el tiempo sintió que ya había muchos profesores de dicha disciplina, y que no tenía nada nuevo para brindar.

En el año 2014 ingresé al grupo Byakuren, donde pude participar de cada una de las actividades y asumir nuevos desafíos junto a mis compañeras, tomando conciencia de mi misión por el kosen-rufu en cada ámbito de la vida cotidiana. Este esfuerzo me permitió desarrollarme con la decisión de triunfar en cada aspecto de mi vida. En julio de 2019 se crearon los Equipos de Fútbol Soka, con el objetivo de representar los valores humanísticos de la SokaGakkai y del maestro Ikeda a través del deporte. Comencé a participar, basada en el lema del Centro de las Ciencias, las Artes y el Deporte que dice: «Primero ganar con el corazón, luego con la habilidad». Allí pude cumplir mi misión disfrutando lo que más me gusta hacer, jugar al fútbol. En diciembre de ese mismo año, con mucho esfuerzo y gracias a todo ese desafío me recibí, con enorme alegría, de Profesora Universitaria de Educación Física.

En 2020, comenzó la pandemia del Covid-19 y fue un período de muchos obstáculos para Nadia. Los entrenamientos del equipo pasaron a ser virtuales y también, por la distancia, no podía realizar las actividades del grupo Byakuren. A su vez, debido a la situación sanitaria perdió su trabajo en un club, que en ese momento era su único ingreso.

Decidí ir a trabajar con mi hermana. Al principio si bien pensé que iba a ser solo por un tiempo, estuve más de lo pensado. El miedo no me permitía animarme a trabajar de lo que había estudiado, y no podía dar el paso a buscar un nuevo trabajo relacionado a mi profesión. Durante esos meses, nos reuníamos semanalmente con mis compañeras a profundizar la fe, compartir nuestros desafíos, y renovar nuestro daimoku por todo el contexto que estábamos viviendo. A su vez, en 2020 también asumí un nuevo compromiso en mi zona, la región de la CBA3 Norte, cuyos lugares más lejanos se encuentran a más de 60 km de la Sede Central. Me propuse generar una corriente de jóvenes y junto a los compañeros de la región nos lanzamos basados en el daimoku a construir una maravillosa organización. Gracias a su sincero apoyo sin escatimar el aliento a cada joven del han, acompañándonos en los encuentros de jóvenes y ofrendando sus hogares para las reuniones, hoy en día contamos con valiosos jóvenes en cada rincón de la región asumiendo su misión de lograr el kosen-rufu.

En el 2021, retomando la presencialidad mis compañeras me alentaron a que era momento de concretar un trabajo referido a mis estudios. Basada en esta frase de gosho que siempre me alienta que dice: «Cuando Nichiren inscribió este Gohonzon para proteger a Kyo’o, fue como un rey león. A esto se refiere el sutracuando menciona “el poder [de los budas] que posee la ferocidad del león”. Crea en este mandala con todo su corazón. Nam-myoho-renge-kyo es como el rugido de un León». Me lancé a entonar daimoku y a la búsqueda del mejor empleo. Seguimos sosteniendo nuestros encuentros del Equipo Soka, las reuniones de jóvenes en la zona, y también las actividades del grupo Byakuren. Luego de un gran esfuerzo, y con la convicción de ganar, concreté un trabajo como docente en el área de educación física, en unas escuelas nuevas que construyeron en mi localidad como parte de un programa para fomentar la educación. Actualmente, estoy brindando clases en los tres niveles educativos con la visión de llevar los valores de la educación Soka a mi labor como docente. Asimismo, las horas que concreté son todas a largo plazo, brindándome estabilidad económica y accediendo a un trabajo formal con todos los beneficios que antes no tenía.

Quiero agradecer profundamente a mis compañeras de fe que me acompañan siempre, me alientan a seguir avanzando y a ser feliz. A mis compañeros y compañeras de mi barrio y del Equipo Soka por su apoyo y su aliento. Y en especial al maestro Ikeda y la Sra. Kaneko, ya que gracias a su aliento puedo disfrutar de una vida plena, libre y con esperanza siendo protagonista de mi propia historia.

Estoy decidida a ganar en mi corazón y en la vida cotidiana junto a mi maestro, pase lo que pase; a cumplir mi misión de generar esperanza en cada ámbito en el que me encuentre; y a compartir el budismo de Nichiren con más personas para hacer realidad el kosen-rufu de nuestro país.

¡Muchísimas gracias!