Sign up for Our Newsletter

Hey there! Here’s a neat way to recieve our latest posts & updates – just subscribe to our newsletter.
TOP

Disfrutar de una primavera de esperanza

LOS ESCRITOS DE NICHIREN DAISHONIN
PARA LOS ZADANKAI DE SEPTIEMBRE


“Los que creen en el Sutra del loto parecen vivir en invierno, pero el invierno siempre se convierte en primavera. Ni una sola vez, desde la Antigüedad, alguien ha visto u oído que el invierno se convierta en otoño. Tampoco hemos sabido de ningún creyente en el Sutra del loto que continúe siendo una persona común [no iluminada]. El sutra dice: «Si hay personas que escuchan la Ley, ni una sola dejará de lograr la iluminación»”1.
1 Los escritos de Nichiren Daishonin, pág. 560.

Fondo de escena

El Daishonin escribió esta carta en el monte Minobu, en mayo de 1275, un año después de haber regresado de su exilio en la isla de Sado. La destinataria de este gosho fue la monja laica Myoichi, quien residía en Kamakura. Cuatro años antes (en 1271), el Daishonin había sido objeto de la persecución en Tatsunokuchi y posteriormente exiliado a la isla Sado, por parte de las autoridades gubernamentales. Estos hechos desembocaron posteriormente en un cruel hostigamiento contra los seguidores de Nichiren en Kamakura y en distintas regiones del país. Entre los seguidores que sufrieron persecuciones se encontraban Myoichi y su esposo, quienes sufrieron el hostigamiento de diversas maneras, como la confiscación de sus tierras. No obstante, todos ellos mantuvieron la fe firme en el Sutra del loto.

Alentar a quienes más sufren

Ya hemos iniciado el mes de septiembre, mes en que comienza la estación primaveral. Desde la antigüedad, se asocia la primavera a un nuevo comienzo, y las condiciones climáticas favorecen que las plantas florezcan y recuperen su esplendor luego de enfrentar el crudo invierno.
El invierno siempre se convierte en primavera es una carta de aliento extraordinario que el buda Nichiren dedicara a su sincera discípula Myoichi. Japón atravesaba una época signada por el sufrimiento y el caos social. Muchos seguidores del Daishonin se vieron influenciados por esas circunstancias, sumado a los acontecimientos del exilio de Nichiren y la invasión mongola que sufrió el país. Por el contenido de este escrito podemos afirmar que la monja laica no vaciló en lo más mínimo en su fe y siguió practicando con un corazón puro siguiendo las guías de su maestro.
Myoichi continuó perseverando con bravura en la práctica budista mientras enfrentaba diversas circunstancias adversas. Tras la muerte su esposo, quedó sola al cuidado de sus dos pequeños hijos, uno de ellos estaba enfermo, siendo ella misma una persona con una salud muy frágil. Todas estas situaciones adversas, sumado a la tristeza que atravesaba por la pérdida de su esposo, podrían compararse con la rigurosa época invernal. Es posible imaginar que el Daishonin escribió esta carta de cálido aliento, con el hondo deseo de que esta mujer valiente fuera feliz y desplegara su Budeidad sin falta, y con el propósito de despejar todo asomo de pena o aflicción que estuviera agobiando su vida.
Como afirma Nichiren, “lo importante es el corazón”.1 Ya que Myoichi había mantenido la fe firme hasta ese momento, pese a toda clase de dificultades, entonces era fundamental que prosiguiera con actitud renovada y llena de esperanza. El Daishonin quería encender una llama inextinguible de esperanza en lo profundo de su vida, alimentada con el combustible de la fe, para que más allá de todo lo que pudiera ocurrir, arremetiera sin la menor duda o vacilación, con confianza inamovible.

¿Cómo hacemos frente a las dificultades invernales?

Un principio importante que trasmite esta carta es: lo que hace real la dicha de la primavera es el invierno que la precede. Sólo cuando uno supera los rigores del invierno inclemente mediante el poder de la fe, puede deleitarse con una primavera de triunfo. Todos los seres vivos poseen la semilla de la Budeidad, también conocida como naturaleza de Buda. Esta semilla contiene un potencial tan vasto e ilimitado como el del mismísimo universo. El “invierno” de la adversidad puede ser una función que active ese poder inherente, al madurar mediante la fe en el Sutra del loto. Cuando resistimos y superamos las dificultades invernales y salimos victoriosos mediante nuestra práctica de la Ley Mística, podemos hacer que las flores brillantes de la victoria se abran radiantes en nuestra vida.
Sin embargo, si en medio de los rigores del frío dejamos de esforzarnos o de avanzar en la fe y aflojamos en nuestra persistencia, terminaremos con resultados incompletos. Se dice que aun en el caso de los cerezos, si el clima frío necesario para romper el ciclo de latencia resulta más corto de lo requerido, la floración de los capullos se demora y es irregular. La clave de nuestra victoria yace en la intensidad y pasión con que podamos luchar durante el invierno, y la sabiduría con que utilicemos ese período, cuán significativamente vivamos cada día, con la convicción de que la primavera llegará, sin falta.

¿Cómo consolidamos una primavera de esperanza en la vida?

La fe en el Sutra del loto significa abrirnos paso con bravura a través del invierno de la adversidad. Cuando enfrentamos la tarea de transformar nuestro karma, podemos celebrar la llegada de la primavera, y construir un cimiento de buena fortuna y de felicidad en nuestra vida.
Desde la perspectiva del budismo, todos tienen derecho a ser felices. Todos tienen el potencial de experimentar la vida con júbilo vibrante. La práctica del budismo nos permite tomar contacto con la fuerza de la Ley Mística en nuestra vida.
Si observamos la sucesión natural de las estaciones, los meses invernales nunca se convierten en otoño: e incluso el invierno más crudo y largo, tarde o temprano, da paso a la calidez de la primavera. De manera similar, si no flaqueamos ante las duras resistencias contra la práctica budista y seguimos esforzándonos al máximo, armados de firme fe, sin falta veremos brotar un magnífico y exuberante jardín de victorias.
Si nos desafiamos en nuestra revolución humana con la convicción de que obtendremos la victoria final en la vida, podremos expandir enormemente nuestro estado interior. Podremos lograr una condición de libertad ilimitada que nos permitirá abrazar todas las dificultades y penurias como un gran océano. Sin falta, llegará un momento en que veremos con total claridad el sentido y el significado de cada una de las experiencias que hemos tenido que vivir.
Al respecto el maestro Ikeda nos alienta: “Es fundamental que nuestro avance se base en la entonación del daimoku, tanto en épocas de sufrimiento como en circunstancias dichosas. Si actuamos así, en tiempos duros encontraremos la sabiduría necesaria para transformar el veneno en remedio, y en épocas de felicidad, podremos avanzar con un optimismo y una esperanza mayores aún.” Por eso es importante perseverar en la fe hasta el final. Si nos detenemos a mitad del camino o sucumbimos a las dudas y dejamos de practicar, todo nuestro esfuerzo será en vano. La clave está en seguir avanzando con tenacidad, con alegría, sin pausa, seguros de que finalmente llegará una jubilosa primavera.

No dejar a nadie atrás

La frase «el invierno siempre se convierte en primavera» que menciona el fragmento de esta carta, son palabras del Daishonin que, en todo el mundo, los integrantes de la SGI han grabado en lo profundo de su corazón y que les han infundido infinita esperanza en su práctica budista. En ellas, se puede trasmitir el corazón del Daishonin, su convicción de que podemos superar cualquier obstáculo y lograr la Budeidad en esta vida, sin falta.
Otro aspecto importante de la fe en el Sutra del loto es que todos los que escuchan la enseñanza de la Ley Mística sin falta lograrán la iluminación. La primavera no llega selectivamente solo a un grupo privilegiado de personas. La Ley Mística abre el camino a la iluminación de todos, sin excluir ni dejar a nadie atrás, y esto es posible en la medida en que plantemos las semillas de Nam-myoho-renge-kyo —la causa para el logro de la Budeidad— en la vida de la gente. Esto es lo que distingue al budismo de Nichiren como religión universal.

Conclusión:

En otro de sus escritos, el Daishonin observa: «Basta con ver un solo capullo en flor para predecir la llegada de la primavera».2 Sentimos que la primavera está por llegar cuando vemos a una sola flor que se abre decididamente en medio del viento frío. En otras palabras, el «corazón de la convicción» de una sola persona que, mediante la fe, ha logrado triunfar rotundamente puede crear una brisa fragante de esperanza, e irradiar una primavera de alegría y de victoria a todos los que la rodean.

(Material basado en la disertación del maestro Ikeda sobre El invierno siempre se convierte en primavera publicado en Aprendamos del Gosho, vol. 2, pág. 95).

1 WND, vol. 1, pág. 1000.
2 END, pág. 283.


Para descargar el material has click aquí